Las flores que producen
los cactus suelen ser de grandes dimensiones, de colores muy vistosos e incluso
olores embriagadores. Con todo ello consiguen atraer a polinizadores que
participen en la aparición de sus frutos (muchos de ellos son comestibles).
Si las plantas están situadas en el interior, debemos
reducir el riego pero vaporizar de vez en cuando para evitar que se seque
totalmente y pueda marchitarse. También es conveniente que estén en un lugar
ventilado, cerca de una ventana.
Durante la etapa de letargo los cactus producen sus
capullos de flores. Podemos observarlos porque parecen pequeños bultos
redondos.
Una vez que haya acabado el tiempo de reposo debemos
volver a recuperar los hábitos de cuidado. Primero, recuperando los riegos
(debemos hacerlo de forma progresiva); segundo, poniendo la maceta en un lugar
donde reciba el mayor número de horas de sol posibles.
Es conveniente abonar con fertilizantes especiales las
plantas antes de que comiencen su etapa de floración (por lo que es muy
importante conocer el tipo de cactus que tenemos y el momento en que aparecen
sus flores). Mucho mejor si este fertilizante contiene un poco de potasio, ya
que favorece la floración de la planta. Evitar aquellos abonos que contienen
nitrógeno, pues pueden perjudicarles notablemente.
Las plantas que han florecida son mejores para
reproducir por esquejes ya que tenemos la seguridad de que son plantas adultas
y maduras. Con paciencia y amor a las plantas obtendremos unas flores preciosas.
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